FLORENCIA FLANAGAN (SP)

FLORENCIA FLANAGAN UY

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Vive y trabaja en El Pinar, Canelones. Artista visual, educadora, instructora de yoga. Se formó como artista con Nelson Ramos, realizó Estudios de Performance con Gustavo Blázquez (Cba). Como docente se formó en Taller Malvín con Nená Badaró. Estudió Filosofía con Annabel Teles y cursó Estudios Yóguicos en Academia Satyananda Yoga de Colombia. 

Representa a Uruguay en diferentes Bienales. Realiza más de sesenta exposiciones en Uruguay y el exterior, entre ellas Tejer el Manto en el Museo Nacional de Artes visuales, Montevideo en la Alianza Francesa, Rompecabezas en Asunción Paraguay. Recibió el Premio Paul Cézanne, Salón Municipal y la Beca Fefca a la formación.

Desde el 2018 dirige la Escuela Itinerante, una plataforma de educación artística que se desplaza en distintos contextos desde una didáctica que integra la conciencia del cuerpo, la producción artística y el desarrollo del pensamiento crítico.

 

LAS RAÍCES DE MIS SUEÑOS 

 Es una pieza de sitio específico creada para intervenir una de las taperas de Pueblo Garzón. Allí se despliega un entramado de lana fucsia suspendido bajo el techo de la sala. Este actúa como líneas de fuga que desarticulan el espacio, elevando la mirada del visitante más allá de la escala tradicional.  

Del entramado cuelgan delicadas tiras verticales de papel japonés de bajo gramaje y cierta transparencia. Ellas son el soporte para una imagen digital ampliada, que resulta de fusionar un dibujo realizado en un pequeño cuaderno de ruta, con una foto del monte nativo.  

 La instalación abraza casi por completo la tapera, siendo la fragmentación de la imagen, el entramado, los colores, las formas y las fugas los elementos esenciales en lo formal y en lo poético. Mientras que desde algún rincón de la pieza, una raíz de bambú nos enseña su rizoma. 

La exploración de mis raíces ha sido una constante en mis prácticas. Un tema para el que no tengo respuestas definitivas. Mis ancestros vivieron guerras, desarraigos, y una búsqueda incesante por hacer tierra.  

Dibujar cotidianamente en libretas es mi modo de macerar mis búsquedas y procesos en el tiempo. No tanto para comprender, como para dejar ser y germinar. Fotografiar los territorios por los que camino me permite estar despierta, observar y aprender de la naturaleza. 

Jugar con la escala, fragmentar la imagen me recuerda que no hay grandes verdades, que todo depende del punto de vista. Hacer visibles los entramados que sostienen la obra y  hacerlos dialogar con el espacio me habilita a integrar partes. Y hacer honor a esos entramados afectivos que nos sostienen en el día a día y nos permiten regenerar raíces y dar frutos. 

Para cerrar este proverbio chino: “Un pájaro no canta porque tiene una respuesta, canta porque tiene una canción”.

José Burlando colaboró con Alejandra en esta instalación.